viernes, 26 de septiembre de 2008



Era una especie de tienda de antigüedades situada en una calle alejada del centro del pueblo. Estaba rodeada de tiendas similares en las que podías encontrar de todo. Las paredes alternando burdeos y verde oscuro te acogían cálidamente al entrar. Montones de cosas se acurrucaban entre armarios, baúles y mesitas. La única luz natural provenía de dos ventanales al fondo tras los que se escondían enormes árboles. Lo demás era luz artificial, que provenía de viejas lámparas de colores pastel y flecos. Un perchero desconchado sujetaba un par de pamelas, tres o cuatro boinas, y algún que otro borsalino. En un rincón adornado por un enorme espejo, descansaban gafas de todo tipo. Nos probamos una imitación de 'wayfarer' y unas gafas que parecían robadas a la señorita Rottenmeier. Nos colocamos boas de fiesta con plumas de colores rojos, rosas y blancos; unos guantes largos y una pipa de las que utilizaba Audrey Hepburn para el tabaco, y comenzamos a bailar al son de la música que susurraba un tocadiscos de vinilo. Todo aquello era genial, una tienda realmente mágica. Compramos postales de The Beatles y alguna de 'Vacanze Romane' (que colgué en mi cuartito pintado de azul). Y quedamos embelesadas allí dentro...

1 comentario:

Amanda y Desireé dijo...

Qué lindo =)

No hay nada como encontrar lugares chiquititos y mágicos en un mundo así.. como éste, bah.

Me encantó el posteo.

Saludos!
Di.